Son miles las páginas y debates abiertos entorno al papel que ha jugado Microsoft en el desarrollo de las Tecnologías de la Información y/o sobre la figura de Bill Gates. Huelga por mi parte ahondar en la revolución que han supuesto los productos de Microsoft en la socialización de la Informática, en la distribución de sus beneficios a todos los entornos corporativos, pymes, hogares, personales, etc. Honremos a otras empresas que supieron impulsar la “informática-asequible” en los entornos no corporativos, como IBM, Lotus, Oracle, o las extintas dBase, Open Access, WordPerfect, etc.


Siempre habrá quejas sobre los productos de Microsoft, siempre se podrá decir que se pudo hacer tal cosa o que se debió de evitar hacer tal otra. Estamos acostumbrados a cuestionar a cualquier líder, a los Presidentes del Gobierno, al Papa y al sunsuncorda (que no se quien o que es, ni tengo interés por saberlo). La realidad es que cualquier persona que ocupe un lugar privilegiado por encima de las cabezas de los demás, se convierte acto seguido en el objetivo, banal o no, de las críticas más intestinas. Es lo que se denomina “el precio o soledad del líder”. Podemos llegar a montar una inquisición tecnológica y a demonizar al más pintado, en lugar de saludar los gestos que favorecen el acceso a la salud en los entornos más desfavorecidos.


Yo por mi parte no voy a entrar en divagar sobre esas cuestiones, y menos a faltarle al sentido común, a la duda metódica y a la necesidad empírica de contrastar las posiciones que pueda formalizar en mi pensamiento, entorno a una cuestión como la que aquí se presenta. Sería una demostración de poca profesionalidad escribir con otros órganos que no fuesen los dedos guiados por el razonamiento.


Hay espacio para el software libre, como lo ha habido siempre. Hay mercado para todo tipo de soluciones y herramientas informáticas. Lo que hace falta, como en cualquier entorno de mercado, (entendido mercado desde el punto de vista de la ciencia de la economía), es que la oferta de productos sea atractiva para la demanda, y después, serán las leyes del mercado las que harán el resto, situando a los productos en el precio y cantidad lógica para ese mercado, incluso aunque inicialmente parezcan “gratuitos”.


Sólo digo que estas cuestiones deben de ser analizadas desde muchos puntos de vista, ya que no es la “misma visión” la de un académico, un programador, un usuario doméstico, un padre de familia, un gerente de proyectos o un empresario. Hay mercados diferenciados y nichos para cada oferta.


Negar la evidencia y satanizar puede ser un paso lógico a superar en la construcción madura de un juicio científico, pero debe ser un peldaño inicial que nos conduzca a un análisis más serio sobre un aspecto tan visible de la Sociedad de la Información, pero deben de ser pasos dirigidos a la “manera científica de pensar”.


A veces parece que los profesionales de las estrategias en Tecnologías de la Información deben agachar la cabeza ante los comentarios de ciertos grupos “anti” (“anti” todo lo que este establecido). Justificarse en esta defensa innecesaria sería tanto como dar por sentado o por válido que los artífices de la construcción tecnológica en el entorno empresarial son idiotas y marionetas manejadas por un ente monopolista. El mercado no es tonto y mantiene reglas e inteligencia de negocio que no son resumibles en dos palabras ni despreciables por tensiones sectarias. Desde luego, para los arquitectos de software o los arquitectos de procesos de negocio resulta chocante y peregrinas ciertas “verdades” que se leen en este debate sobre “Gates y las S.I.”, como serían absurdos los rechazos al papel de Xerox en la creación del “interfase de usuario gráfico”. Es de justicia valorar la aportación tecnológica que cada uno ha proporcionado. En mi condición de arquitecto de procesos de negocio no dejo de asombrarme por lo “sanguíneas” de algunos de los postulados publicados.


Démosle tiempo al software libre para que escale su posición de primacía, pero entendamos que las sinergias que Microsoft ha generado son barreras lógicas del mercado, sinergias que se han forjado a base del tiempo, por su capacidad de innovación y de proporcionar soluciones a entornos amplios y universales.


Considerar que los expertos en Tecnologías de la Información, que manejan presupuestos de millones de euros anuales en sus empresas, sujetos a las presiones eternas de la eficiencia y la rentabilidad, son títeres imprecisos, no documentados, cobardes, o carentes de sentido común, me parece un despropósito descomunal. Aunque siendo positivos considero que es una escala, por la que hay que ascender, en la maduración profesional. Las empresas no son tontas, reúnen entorno a ellas un factor muy preciado, que es el conocimiento. Hagamos más uso de él y no seamos sectarios o inquisidores.


Ojala el Software Libre reúna ante él a más profesionales creativos e innovadores que a hinchas y “Hooligans”. Mejor será para todos, incluidos los usuarios de sistemas de Microsoft, pero también para usuarios de SAP, o de Oracle, o de Siebel, o de Business Objetcs, o de Vignette, o de Documentum, o de … todas ellas empresas ajenas al Software Libre y que son mucho más despóticas que Microsoft.