Aiko nació en Kumamoto, Japón. Su esperanza de vida se acerca a los 85 años. Al mismo tiempo, en Freetown, Sierra Leona, Mariam nació con bajo peso y carencia de vitaminas esenciales. Las estadísticas oficiales dicen que tiene un 30% de probabilidades de morir antes de cumplir los cinco años.

Ambas ponen nombre, rostro, a un ‘atlas’ de pobreza, salud y medio ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

"Los niños no son pequeños adultos, por su carácter vulnerable no pueden permitirse la exposición a los riesgos que supone para su salud la degradación del medio ambiente", alega esta guía, en la que se analizan todas las causas que cuestan la vida cada año a más de tres millones de niños menores de cinco años en todo el mundo.

Ni siquiera la industrialización y el progreso suponen un pasaporte hacia la seguridad. Cuando la modernización aleja el fantasma del agua contaminada, el plomo o el mercurio, aparecen entonces la comida basura, el humo del tabaco o los accidentes de tráfico. Este ‘Atlas de la salud infantil y el medio ambiente’ analiza con multitud de mapas y gráficos a todo color esa distribución geográfica de los principales problemas que acechan a los niños y niñas.

Y el panorama no es muy alentador. Aunque sólo el 10% de la población mundial es menor de cinco años, ellos solos soportan el 40% de la carga por enfermedad de todo el planeta. Un hecho que se debe fundamentalmente a que consumen más agua, más alimentos y respiran más aire que cualquier adulto en proporción a su índice de masa corporal.

Si a eso se suma que pasan más tiempo en la calle, que pueden meterse los dedos en la boca con cualquier sustancia y que carecen de la capacidad de protegerse, eso les convierte en la población más vulnerable del planeta. Especialmente en las regiones más pobres.

Este atlas, es editado junto con un CD con más de 100 documentos relacionados con el binomio salud-medio ambiente.

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FUENTE: Boletín de la Fundación Ecología y Desarrollo, www.ecodes.org