Es inadmisible, y éticamente reprobable, que las medidas para luchar contra la crisis financiera se dirijan en contra del Desarrollo Humano y de los Objetivos del Milenio.
Pedimos a nuestros representantes políticos que tomen conciencia. Que tomen conciencia de sus actos. Y de sus consecuencias. Que no actúen desde la presión cortoplacista de los mercados. Que lo hagan desde la responsabilidad moral de tener en sus manos el destino de cientos de miles de personas. Aunque éstos no tengan posibilidad de votarles en las próximas elecciones, millones de ciudadanos sí podrán hacerlo y exigirán principios y coherencia.
En diciembre de 2007 todos los partidos políticos con representación parlamentaria firmaron el Pacto de Estado contra la Pobreza con el compromiso firme de alcanzar el 0’7% de la RNB en 2012 destinado a Ayuda Oficial al Desarrollo.
Tan sólo un 1% de los 18 billones invertidos en sostener a la banca y a las grandes empresas serían
suficientes para conseguir las metas de erradicación de la pobreza. Y sin embargo, nuestros políticos han optado por la vía más fácil, recortar en gasto social y la ayuda al desarrollo.
La crisis financiera mundial tiene responsables concretos y conocidos. Y aún están pendientes las medidas que pongan un precio a esa responsabilidad. También están pendientes las decisiones que permitan transformar el mercado financiero y el actual modelo de desarrollo en un sistema más equitativo, justo, sostenible y humano, y que impidan que los mismos responsables vuelvan a actuar impunemente.
Sin embargo, las medidas propuestas por el Gobierno para responder a la crisis provocarán que las personas más vulnerables y en peor situación, que ya están sufriendo los peores efectos de la crisis, sean además las que sufran las peores consecuencias del ajuste.
Queremos mostrar a nuestros representantes que la ciudadanía sigue apostando por la solidaridad, más aún en tiempos de crisis.
Firma el manifiesto de la campaña “Las personas primero” que podrás encontrar haciendo clic en la siguiente imagen:
La Ayuda Oficial al Desarrollo no es un lujo para tiempos de bonanza, ni una limosna para cuando las arcas están llenas. Es una necesidad vital para millones de personas, es un imperativo ético y moral que responde a criterios de justicia, además de constituir un compromiso firmado y una obligación de los poderes públicos. Detrás no hay estadísticas, ni porcentajes… Hay pueblos, comunidades, sociedades, personas, alimentos, pozos de agua, escuelas, medicamentos, centros de salud…