Ante la convocatoria de una euromanifestación en Bruselas contra las políticas de ajuste económico y social de la Unión Europea, y de una Huelga General en España el día 29 de septiembre, las personas que firman, procedentes del movimiento ecologista y de la defensa del medio ambiente, consideramos que estas movilizaciones convierten ese día en una jornada clave en la que estarán en juego elementos básicos de nuestro modelo social.
Si bien los recortes sociales, la supresión de derechos laborales, y en definitiva, el retroceso hacia grados mayores de desigualdad son motivos más que suficientes para convocar una huelga general, los temas ambientales no son ajenos a esta jornada decisiva.
La Humanidad está atravesando una crisis mucho más grave que la económica, la crisis ambiental. Estamos superando los límites del planeta en el que vivimos, saturando aire, agua y suelo de contaminantes, y despilfarrando los recursos básicos energéticos y materiales. El cambio climático y la pérdida acelerada de biodiversidad son signos evidentes del agotamiento de la Tierra.
La crisis ambiental tiene mucho que ver con nuestra vida, porque la naturaleza nos garantiza el alimento, el agua limpia, el aire, los lugares de esparcimiento, los materiales para nuestras viviendas, gran parte de los medicamentos, etc…
A esta crisis ambiental sin precedentes nos ha llevado el sistema económico vigente. Este sistema, que ahora exige una mayor liberalización de los mercados y nuevos recortes sociales, está teniendo consecuencias nefastas para nuestro medio ambiente: el “tsunami” urbanizador, ser el territorio europeo con más superficie de cultivos transgénicos y kilómetros de autovías, un parque automovilístico en expansión continua, o un consumo energético intensivo que sólo detiene su crecimiento en momentos de crisis. Todo ello implica el incumplimiento del Protocolo de Kioto, el deterioro irremisible de bienes escasos, como el suelo fértil, y problemas como que la mitad de la población respire aire contaminado, la sobre explotación de recursos hídricos, o que la anchoa, el atún rojo, el urogallo o el oso pardo estén en situación crítica.
Exigimos políticas hacia la sostenibilidad, donde lo ambiental y lo social tengan el peso que se merecen frente a lo económico. No nos bastan ya los discursos vacíos.
Necesitamos reducir nuestro consumo de materia y energía para acoplarlos, con criterios de justicia social, a los recursos existentes. Tenemos que avanzar rápidamente hacia un cambio del mix energético basado en energías renovables. Hace falta fomentar un modelo agroalimentario centrado en circuitos cortos y cultivo ecológico. También disminuir la movilidad motorizada y el número de vehículos. Y muchas otras medidas para satisfacer nuestras necesidades con bajas o nulas emisiones de carbono, sin eliminar al resto de seres vivos con los que convivimos y que son básicos para nuestra subsistencia.
Estos cambios han de hacerse con políticas públicas que protejan a los trabajadores y a las trabajadoras de los sectores a reestructurar y que impulsen nuevos yacimientos de empleo sostenible, de acuerdo con el principio de “transición justa” compartido por el sindicalismo y el ecologismo internacional.
Por todas estas razones manifestamos nuestra convicción de que no vale cualquier forma de salir de la crisis. No valen políticas laborales que nos devuelvan al siglo XIX. No valen políticas económicas que menosprecien nuestra crítica situación ambiental para dar prioridad a un modelo económico que atiende a los intereses de una minoría y aboca a la Humanidad a un callejón sin salida medioambiental.
El movimiento ecologista no puede permanecer al margen de esta problemática y de la necesidad de movilizarse en defensa de otro modelo económico y otras políticas, como lo ha hecho siempre. Por eso manifestamos nuestro apoyo a la convocatoria de huelga general del 29 de septiembre.