La pretensión de simplificar los sucesos, ya sean existenciales, vitales o estructurales, para convertirlos en meros indicadores cuantificables es un error.

Cierto es que a todos nos interesaría poder medir los niveles de empatía, resistencia y humor de nuestras parejas, para que puedan ayudarnos a tomar las mejores decisiones: Contar un chiste machista o evitar hacer comentarios, ayudar a poner la mesa o hacerse el “longui” (eskaker, despistado) como es habitual.

Retornando al mundo empresarial, la idea de sintetizar en PKIs y en baremos todos los parámetros del negocio, para responder dinámicamente a los cambios y necesidades del entorno, está muy bien, vende mucho, sirve para que legiones de consultores trabajen como esclavos en largas jornadas de 12 horas y, por consiguiente, reducen el paro y aumentan los ratios de consumo y PIB. Porque visto el informe de http://www.lacoctelera.com/unmundofeliz/post/2007/01/08/ahay-ver-como-se-toman-decisiones-la-empresa habría que pensar que esas horas y esas inversiones millonarias no ofrecen las ventajas deseadas.

Y está bien que nos planteemos simplificar la obtención de la información estratégica, habitualmente dispersa y compleja en su desagregación, y está bien que la publiquemos con símbolos visuales a modo de termómetros, semáforos y gaugues varios.

Estas empresas, invierten esfuerzos y costes de oportunidad en soluciones de Business Intelligence como quien va de viaje a la Virgen de Lourdes o al último mega centro comercial, por desesperación o por moda. Gracias a Dios en mi empresa se ha utilizado el sentido común y recorreremos este viaje al BI con Inteligencia y pensando en el Business.

Pero lo que es evidente es que los PKIs no incluyen la volatilidad del mercado, las leyes regulatorias, la apatía productiva, la incapacidad de reacción del personal, la incertidumbre de abastecimiento en la cadena de suministro, el cambio climático, los planes de marketing salvaje de la competencia o la impermeabilidad de procesos empresariales que hacen aguas en multitud de simples actividades.

Las empresas que si logran implantar soluciones de BI o de BPM (Business Process Management) suelen felicitarse por concluir el proyecto con PKIs de resultados de ventas, cobros y niveles de inventario. Una estrategia más para presionar a los comerciales con las amenazas del suicidio inducido por no alcanzar los objetivos del próximo Q, Quarter, Q1, Q2, y todas esas historias que desde un ScoreCard se ven muy “coloridas” pero ocultamente inconsistentes.